Autobuses llenos, aparcamientos llenos, carreteras congestionadas: el "Caribe bávaro" alemán también se ve superado por el turismo excesivo.

Lunes por la mañana, 10:00 h, en la estación de tren de Grainau. Unas 30 personas esperan el autobús al lago. Pero los autobuses ya están llenos, y un grupo tiene que esperar el siguiente.

Solo una carretera lleva al lago. Y dado que también se utilizan dos aparcamientos para acceder al teleférico del Zugspitze, el pico más alto de Alemania, las plazas de aparcamiento gratuitas son escasas.

El resultado fue un gran atasco de tráfico en los últimos kilómetros.

Con sus aguas cristalinas, islotes, densos bosques de pinos y cumbres cubiertas de nubes, el "Caribe de Baviera" (como lo llama la oficina de turismo) ha visto crecer rápidamente su popularidad en las redes sociales en los últimos meses.

Las fotografías y vídeos tomados en su idílico entorno han cosechado millones de visitas.

Este entusiasmo recuerda al que generaron las ciudades medievales de Hallstatt o Annecy, apodadas la "Venecia de los Alpes", dos ciudades alpinas de Austria y Francia respectivamente, afectadas por el "overtourism", ese fenómeno de saturación que padecen muchos destinos turísticos populares.

"No pensábamos que habría tanta gente, pero es realmente bonito", dice Clément, un turista marsellés que visita Baviera por primera vez.

"El color del agua es impresionante: tan clara y transparente, algo que no suele ocurrir en los lagos", añade su amiga Marion.

Después de caminar 7,5 km alrededor del lago con su hijo, que Clément lleva en su espalda, regresarán a su alojamiento en Garmisch-Partenkirchen, la gran estación de deportes de invierno cerca de Grainau.

Grainau, que es casi diez veces más pequeño en comparación, registra alrededor de 620.000 pernoctaciones al año desde la pandemia de Covid-19, afirma el teniente de alcalde Christian Andrä.

Esto supone un promedio diario de 1700 pernoctaciones para una localidad de 3600 habitantes. La localidad no dispone de una estimación del número total de visitantes, incluyendo a quienes no pernoctan.

"Un partido de fútbol"

Andrä compara esta "forma de sobreturismo" con un "gran evento" como "un partido de fútbol en Múnich" o "un viaje al Oktoberfest", la tradicional fiesta de la cerveza.

Grainau vivió la afluencia al metro tras el partido "de forma más reducida", afirma el teniente de alcalde.

La causa son algunos visitantes que “ignoran las señales” que indican que los estacionamientos están llenos, “terminando teniendo que dar la vuelta y empeorando el tráfico”.

Contra un sistema de barreras que, según él, provocaría los mismos atascos, el alcalde pide a los automovilistas "mostrar responsabilidad".

Habiendo venido en coche para pasar el día, Max y Yan tardaron casi una hora y media en llegar al lago.

"Tenía muchísimas ganas de volver aquí" explica Max, de 27 años, procedente de Stuttgart (suroeste).

Aunque se trata de "mucha gente" para Yan, que vive en Paderborn (centro), el destino sigue siendo "fácilmente accesible desde Múnich" y "un lugar fantástico para pasar un día".

Además del difícil tráfico, Grainau tiene que hacer frente a una "cierta sobrecarga" en cuanto a la recogida de residuos, lo que requiere la manipulación "casi a diario" de contenedores de basura, subraya el teniente de alcalde.